Calidad en la educación superior

Matko Koljatic

La calidad de la educación superior chilena ha sido foco de manifestaciones, marchas, discursos y promesas de reforma dada su supuesta mala calidad. Paradojalmente, hay evidencias contundentes que indican que nuestra educación superior está en el mejor nivel de Latinoamérica. Sin embargo, también tenemos evidencias de situaciones que deben corregirse radicalmente y en otros casos deben ser mejoradas.

Las afirmaciones anteriores son atestiguadas por diversas evaluaciones internacionales. Una de estas, por ejemplo, es el ranking elaborado por la consultora británica QS que posicionó en el primer lugar entre las universidades de América Latina a la Pontificia Universidad Católica de Chile e igualmente destacó la calidad de varias de sus facultades. En el área disciplinar que mejor conozco – la administración de empresas - la revista América Economía posiciona regularmente a dos programas MBA de escuelas chilenas en el top five.

Los rankings de investigación dicen lo mismo. Un reciente estudio – también en mi disciplina - efectuado en la Universidad de Arizona sobre la productividad e impacto de las publicaciones en las cuatro revistas académicas más importantes en el campo de las finanzas, reconoce a los académicos de esta disciplina de la UC entre los top 100 del mundo, también liderando la investigación en la disciplina en LA.

Esta información, aunque anecdótica, muestra que el vaso esta medio lleno, ya que en las evaluaciones internacionales estamos bien ranqueados en el 'barrio' en que estamos, pero lejos aún de las instituciones líderes en el mundo.

Otra forma de evaluar la calidad de las Instituciones de Educación Superior (IES) son las acreditaciones, evaluaciones externas e independientes hechas por pares académicos que obedecen a criterios predefinidos de análisis. Nuevamente, hay evidencia internacional, desde esta perspectiva, que muestra que nuestras IES avanzan en sus programas de mejoramiento de la calidad. Así lo indica, por ejemplo, la reciente acreditación obtenida en EE.UU por la UNAB que se suma a la previamente obtenida por la Universidad Mayor en este país.

En el plano nacional, es la Comisión Nacional de Acreditación la organización estatal y autónoma que hace estas certificaciones. Superados los problemas de corrupción que aquejaron a la organización hace 5 años, sus procesos nos dan buena información sobre la calidad de la educación provista por las IES.

Hace dos semanas, en la cuenta pública de su Presidente, el profesor Alfonso Muga, la CNA entregó información que complementa y confirma la situación antes descrita: sobre el 90 % de los alumnos de la educación superior chilena estudian en instituciones que están acreditadas. Las cifras específicas por tipo de institución son: 92.4% en los CFT, 88,7% en los IP y 87,6% en Universidades.

La otra cara de la moneda es que esta cifra significa que unos 130 mil alumnos estudian en instituciones de educación superior cuyas acreditaciones fueron rechazadas – lo que manifiesta que no pudieron demostrar que ofrecen una educación de calidad – o están fuera del sistema nacional de aseguramiento de la calidad ya que no han participado en procesos de acreditación.

La situación es mucho peor, según la CNA, a nivel de carreras de pregrado, ya que aproximadamente dos tercios de las carreras profesionales y un 90% de las carreras técnicas no están acreditadas. En término de número de estudiantes las cifras son mejores – superan el 50% los estudiantes en carreras acreditadas - ya que las instituciones no acreditadas son de menor tamaño.

De las cifras anteriores se desprende que las IES deben seguir trabajando en la calidad de sus programas. Ello mejora nuestro capital humano y provee movilidad social.

¿Cómo hacerlo? Hay que hacer obligatorias las acreditaciones institucionales y de carreras de pregrado ya que actualmente las acreditaciones son voluntarias, cambiando las disposiciones legales vigentes. Es cosa de cambiar una palabra en la ley 20.129.